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Gideon vaciló. Lo cierto era que Gli

– De acuerdo, lo planeé todo hasta el más mínimo detalle -reconoció finalmente-. Preparé la emboscada porque sabía que Tucker no tendría agallas para hacer el trabajo personalmente; era un cobarde. Analicé su empresa y a la gente que trabajaba para él y acabé deduciendo de que enviaría a Dajkovic, que en el fondo era un tipo decente. Sabía que podría tenderle una emboscada y confiaba en poder convencerle. Funcionó y acabamos la operación los dos juntos.

– Lo que yo decía -convino Gli

– Sí. Olvidé registrar las botas de Dajkovic.

Gli

– Sin embargo, la operación acabó de forma poco limpia y Dajkovic recibió un disparo. ¿Qué ocurrió?

– Tucker no era idiota y se dio cuenta de que Dajkovic le mentía.

– ¿Cómo?

– Porque no quiso tomar una copa con él. Creemos que eso fue lo que alertó a Tucker.

– Entonces fue un error de Dajkovic, no de usted. Esto demuestra mi tesis. Solo cometió una equivocación en toda la operación. Nunca he visto nada parecido. Definitivamente, es usted el hombre idóneo para la misión que le he explicado.

– Dispuse de diez años para planear la forma de acabar con Tucker. Usted, en cambio, solo me da cuatro horas para esto.

– Se trata de un problema mucho más sencillo.

– ¿Y si fracaso?

– No fracasará.

Se hizo un breve silencio.

– Hay otra cosa -dijo Gideon-. ¿Qué planean hacer con esa arma de los chinos? No tengo intención de tomar parte en nada que pueda perjudicar a mi país.

– Si le digo la verdad, en este caso mi cliente son los Estados Unidos de América.

– No me venga con eso. En un caso así, el gobierno utilizaría el FBI en lugar de contratar a una empresa externa, por muy especializada que fuera.

Gli

Este la examinó, fijándose en el escudo del gobierno.

– ¿El director de los servicios de inteligencia?

– Me habría llevado una decepción si hubiera creído a pies juntillas todo lo que le he dicho. Puede comprobarlo usted mismo. Llame al departamento de Seguridad Interior y pida que le pasen con este caballero. Él le confirmará que somos uno de sus clientes y que desempeñamos una labor legítima y patriótica por el bien del país.

– Nunca me pasarán la comunicación con alguien así.

– Diga que llama de mi parte y verá como sí.

Gideon no cogió la tarjeta; miró fijamente a Gli

– Señor Gli

Un silencio aún más largo que el anterior se apoderó de la sala.

– ¿Es su última palabra? -preguntó Gli

– Sí.





Gli

– ¿Qué es esto? -quiso saber Gideon-. ¿De quién son estas radiografías?

– Son suyas -repuso Gli

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Gideon alargó la mano invadido por un mal presentimiento y cogió la carpeta. El nombre que figuraba en las radiografías había sido cuidadosamente borrado.

– ¿Qué demonios es esto? ¿De dónde las han sacado?

– Provienen del hospital donde le curaron la herida de cuchillo.

– ¿Qué se supone que significa todo esto?

– Cuando lo ingresaron para curarle la herida le hicieron las pruebas de rigor, placas, resonancias, análisis de sangre y todo lo demás. Dado que usted sufría entre otras cosas una conmoción, buena parte de las exploraciones se centraron en su cabeza, y los doctores hicieron lo que se llama un «curioso descubrimiento». Le diagnosticaron una malformación arteriovenosa; más concretamente, una dolencia llamada «malformación aneurismática de la vena de Galen».

– ¿Qué diantre es eso?

– Se trata de una red anormal de venas y arterias cerebrales que afectan a la gran vena de Galen. Normalmente es una dolencia de tipo congénito que no se manifiesta hasta pasados los veinte años. A partir de entonces, se… Digamos que se hace notar.

– ¿Es peligrosa?

– Mucho.

– ¿Y hay algún tratamiento?

– En su caso, la malformación venosa se halla dentro del círculo de Willis, en lo más profundo del cerebro, de modo que es imposible operar. No solo eso, también tiene efectos inevitablemente mortales.

– ¿Mortales? ¿Cómo? ¿Cuándo?

– En su caso, las estimaciones más optimistas le dan un año de vida como mucho.

– ¿Un año? -jadeó. Mientras intentaba recobrar el aliento para formular la siguiente pregunta notó el gusto de la bilis en la boca.

– Hablando en términos estadísticos -prosiguió Gli

Gideon miró fijamente a Gli

– ¿Qué es esto? ¿Chantaje? Si creen que de esta manera me obligarán a participar en su maldito juego es que están locos. -Miró el expediente médico-. ¡Toda esta mierda es una mentira! De ser esto cierto me lo habrían dicho en el hospital. Ni siquiera sé si estas radiografías son mías.

– El hospital no le contó nada porque nosotros se lo pedimos -explicó fríamente Gli

– ¿Qué sentido tiene decirme todo esto ahora?

– Doctor Crew, debe creerme cuando le digo que cuenta con toda nuestra simpatía -repuso Gli

Gideon lo miró, respirando entrecortadamente. Tenía que ser un error o algún tipo de montaje.

– No le creo.

– Hemos examinado su estado con todos los medios a nuestra disposición. Habíamos planeado contratarlo, ofrecerle un puesto permanente en la empresa, pero ese terrible diagnóstico nos puso en un apuro; estábamos debatiendo qué debíamos hacer cuando nos enteramos de lo de Wu. Se trata de una emergencia de seguridad nacional de primer orden. La única persona que conocemos capaz de llevar a cabo con éxito la misión, especialmente con tan poco tiempo, es usted. Por eso se lo estamos exponiendo todo de golpe, no crea que no lo lamento.