Добавить в цитаты Настройки чтения

Страница 98 из 153

”Poco antes del alba me dejó en tierras de Rohan, y he alargado demasiado mi historia. El resto tendrá que ser más breve. En Rohan descubrí que el mal ya estaba trabajando: las mentiras de Saruman; y el rey no quiso prestar atención a mis advertencias. Me invitó a que tomara un caballo y me fuera, y elegí uno muy a mi gusto, pero poco al suyo. Tomé el mejor caballo de aquellas tierras, y nunca he visto nada que se le parezca.

—Entonces tiene que ser una bestia muy noble —dijo Aragorn—, y saber que Sauron recibe tales tributos me entristece más que muchas otras noticias que pudieran parecer peores. No era así cuando estuve por última vez en esa tierra.

—Ni lo es ahora, lo juraría —dijo Boromir—. Es una mentira que viene del Enemigo. Conozco a los Hombres de Rohan, sinceros y valientes, nuestros aliados; aún viven en las tierras que les dimos hace mucho tiempo.

—La sombra de Mordor se extiende sobre países lejanos —respondió Aragorn—. Saruman ha caído bajo esa sombra. Rohan está sitiada. Quién sabe lo que encontrarás allí, si vuelves alguna vez.

—Por lo menos no creo que regalen caballos para salvar la vida —dijo Boromir—. Aman tanto a sus caballos como a sus familias. Y no sin razón, pues los caballos de la Marca de los Jinetes vienen de los campos del Norte, lejos de la Sombra, y la raza de estos animales, como la de los amos, se remonta a los días libres de antaño.

—¡Muy cierto! —dijo Gandalf—. Y hay uno entre ellos que debe de haber nacido en la mañana del mundo. Los caballos de los Nueve no podrían competir con él: incansable, rápido como el soplo del viento. Sombragrís lo llaman. Durante el día el pelo le reluce como plata, y de noche es como una sombra, y pasa inadvertido. Tiene el paso leve. Nunca un hombre lo había montado antes, pero yo lo tomé y lo domé, y me llevó tan rápidamente que yo ya había llegado a la Comarca cuando Frodo estaba aún en las Quebradas Túmulos, aunque salí de Rohan cuando él dejaba Hobbiton.

”Pero el miedo crecía en mí mientras cabalgaba. A medida que iba hacia el norte me llegaban noticias de los Jinetes, y aunque les ganaba terreno día a día, siempre estaban delante de mí. Habían dividido las fuerzas, supe; algunas quedaron en las fronteras del este, no lejos del Camino Verde, y otras invadieron la Comarca desde el sur. Llegué a Hobbiton y Frodo ya había partido, pero cambié unas palabras con el viejo Gamyi. Demasiadas palabras y pocas pertinentes. Tenía mucho que decirme de los defectos que afligían a los nuevos propietarios de Bolsón Cerrado.

”«No soporto los cambios —dijo—, no a mi edad, y menos aún los cambios para peor. Cambios para peor», repitió varias veces.

”«Peor es fea palabra —le contesté—, y espero que no vivas para verlo.»

”Pero entre toda esta charla alcancé a oír al fin que Frodo había dejado Hobbiton una semana antes, y que un Jinete Negro había visitado la loma esa misma noche. Me alejé al galope, asustado. Llegué a Los Gamos y lo encontré alborotado, activo como un hormiguero que ha sido removido con una vara. Fui a Cricava, y la casa estaba abierta y vacía, pero en el umbral encontré una capa que había sido de Frodo. Entonces y por un tiempo perdí toda esperanza; no me quedé a recoger noticias, que me hubiesen aliviado, y corrí tras las huellas de los Jinetes. Eran difíciles de seguir, pues se separaban en muchas direcciones, y al fin me desorienté. Me pareció que uno o dos habían ido hacia Bree, y allá fui yo también, pues se me habían ocurrido unas palabras que quería decirle al posadero.

”«Mantecona lo llaman —pensé—. Si es culpable de esta demora, le derretiré toda la manteca, asándolo a fuego lento a ese viejo tonto.»

”Él no esperaba menos, pues cuando me vio cayó redondo al suelo y comenzó a derretirse allí mismo.





—¿Qué le hiciste? —gritó Frodo, alarmado—. Fue realmente muy amable con nosotros e hizo todo lo que pudo.

Gandalf rió. —¡No temas! —dijo—. No muerdo, y ladré pocas veces. Tan contento como estaba yo con las noticias que le saqué, cuando se le fueron los temblores, que abracé al buen hombre. Yo no entendía cómo habían pasado las cosas, pero supe que habías estado en Bree la noche anterior, y que esa misma mañana habías partido con Trancos.

”«¡Trancos!», dije con un grito de alegría.

”«Sí, señor, temo que sí, señor —dijo Mantecona malentendiéndome—. No pude impedir que se acercara a ellos, y ellos se fueron con él. Actuaron de un modo muy raro todo el tiempo que estuvieron aquí; tercos, diría yo.»

”«¡Asno! ¡Tonto! ¡Tres veces digno y querido Cebadilla! —dije—. Son las mejores noticias que he tenido desde el solsticio de verano; valen por lo menos una pieza de oro. ¡Que tu cerveza se beneficie con un encantamiento de excelencia insuperable durante siete años! —dije—. Ahora puedo tomarme una noche de descanso, la primera desde no sé cuánto tiempo.»

”De modo que pasé allí la noche, preguntándome qué habría sido de los Jinetes; en Bree no se habían visto sino dos o tres, parecía. Aunque esa noche oímos más. Cinco por lo menos llegaron del oeste, y echaron abajo las puertas y atravesaron Bree como un viento que aúlla; y las gentes de Bree no han dejado de temblar y están esperando el fin del mundo. Me levanté antes del amanecer y fui tras ellos.

”No estoy seguro, pero yo diría que fue esto lo que ocurrió. El capitán de los Jinetes permaneció en secreto al sur de Bree, mientras dos de ellos cruzaban la aldea, y cuatro más invadían la Comarca. Pero luego de haber fracasado en Bree y Cricava, llevaron las noticias al capitán, descuidando un rato la vigilancia del Camino, donde sólo quedaron los espías. Entonces el capitán mandó a algunos hacia el este, cruzando la región en línea recta, y él y el resto fueron al galope a lo largo del Camino, furiosos.

”Corrí hacia la Cima de los Vientos, y llegué allí antes de la caída del sol en mi segunda jornada desde Bree, y ellos ya estaban allí. Se retiraron en seguida, pues sintieron la llegada de mi cólera y no se atrevían a enfrentarla mientras el sol estuviese en el cielo. Pero durante la noche cerraron el cerco, y me sitiaron en la cima de la montana, en el antiguo anillo de Amon Sûl. Fue difícil para mí en verdad. Una luz y una llama semejantes no se habían visto en la Cima de los Vientos desde las hogueras de guerra de otras épocas.

”Al amanecer escapé de prisa hacia el norte. No podía hacer otra cosa. Era imposible encontrarte en el desierto, Frodo, y hubiese sido una locura intentarlo con los Nueve pisándome los talones. De modo que tenía que confiar en Aragorn. Yo esperaba desviar a algunos de ellos, y llegar a Rivendel antes que tú, y enviar ayuda. Cuatro Jinetes vinieron detrás de mí, pero se volvieron al cabo de un rato, y me pareció que iban hacia el Vado. Esto ayudó un poco, pues eran sólo cinco, no nueve, cuando atacaron tu campamento.

”Llegué aquí al fin siguiendo un camino largo y difícil, remontando el Fontegrís y cruzando los Páramos de Etten, y descendiendo desde el norte. Tardé casi quince días desde la Cima de los Vientos, pues no es posible cabalgar entre las rocas en las colinas de los trolls, y despedí a Sombragrís. Lo envié de vuelta a su amo, pero una gran amistad ha nacido entre nosotros, y si lo necesito vendrá a mi llamada. Y así sucedió que llegué a Rivendel sólo tres días antes que el Anillo, y las noticias del peligro que corría ya se conocían aquí, lo que era buena señal.