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– Un cuento desgarrador -dije secamente-. Es sorprendente que ella y su hermana pudiesen seguir viviendo.
Volvió a sonreír.
– La pobreza es relativa. De cualquier modo, Paige no quiere arriesgar su actual modo de vida pensando en nada que sea… demasiado peligroso.
– ¿Qué opina la señora Grafalk de la situación?
– ¿Quiere decir con Paige? Claire es una mujer admirable. Ahora que nuestros dos hijos han acabado la universidad, ella está absorbida por un si
– ¿Mientras que Paige se desvive por ella? No puedo imaginármelo.
– ¿Está segura de que no quiere un poco de Armagnac? Es muy bueno.
– Le creo. -Mi estómago se resistía a admitir más alcohol después del St. Émilion de la noche anterior.
Se sirvió un poco más.
– Paige está en una posición en la que se tiene que interesar por lo que me interesa a mí. No me importa saber que he comprado su atención; es muy intensa y encantadora aunque sea comprada. Y me temo que la naviera es lo que más me importa de todo.
– ¿Tanto que por ella mató a Phillips y a Mattingly, obligó a Phillips a empujar a mi primo del muelle e hizo saltar al Lucelia Wieser para protegerla? Ah, sí, me olvidaba de Henry Kelvin, el vigilante nocturno del edificio de Boom Boom.
Grafalk estiró las piernas e hizo dar vueltas al coñac en su copa.
– Técnicamente, Sandy fue el que hizo el trabajo sucio. Sandy es mi chófer y mi factótum. Puso las cargas de profundidad en el Lucelia; es muy buen buceador. Fue hombre rana en la Armada y sirvió en mi barco en la Segunda Guerra Mundial. Cuando se licenció le contraté.
– Pero usted es el inductor. Ante la ley son igualmente responsables.
– La ley tendría que descubrirlo antes. Por ahora, no parece muy interesada por mí.
– Cuando tenga las pruebas de que Phillips recibió aquí la herida de su cabeza, su interés subirá mucho.
– Sí, pero, ¿quién va a decírselo? Sandy no. Yo no. Y usted me temo, no estará con nosotros cuando volvamos a puerto. Así que usted tampoco.
Estaba intentando asustarme y lo estaba consiguiendo.
– Phillips le llamó el sábado por la noche después dé recibir mi mensaje, ¿verdad?
– Sí, me temo que Clayton se estaba viniendo abajo. Era un buen hombre a su estilo, pero se preocupaba demasiado por los detalles. Sabía que si usted le contaba a Argus lo de las facturas, su carrera terminaría. Quería que yo hiciese algo para ayudarle. Desgraciadamente, no había mucho que yo pudiera hacer ya.
– ¿Pero por qué le mató? ¿Qué daño podía hacerle que se supiera que había estado usted mezclado en un asunto de comisiones en los cargamentos? Usted posee el control de las acciones de la Grafalk Steamship. Su consejo de dirección no puede forzarle a dimitir.
– Oh, estoy de acuerdo. Por desgracia, aunque no mezclásemos a Clayton en el… percance del Lucelia, conocía demasiado bien mis sentimientos hacia Martin. Sospechó que yo era el responsable y me amenazó con decírselo a la Guardia Costera si no le protegía ante Argus.
– Así que le hizo usted un agujero en la cabeza. ¿Qué utilizó? ¿Uno de esos morillos? Y lo llevó al puerto. Meterlo en el Gertrude Ruttan fue el toque macabro. ¿Qué habría hecho si Bledsoe no hubiera tenido un barco en el puerto?
– Usar el de algún otro. Me pareció más poético utilizar el de Martin. ¿Cómo se le ocurrió?
– No era tan difícil, Niels. La policía patrulla por esas instalaciones. Preguntaron a todo el mundo que había estado en el puerto entre la medianoche y las seis de la mañana del domingo, inspeccionando también sus coches, estoy segura. Así que el que puso el cuerpo en las bodegas tuvo que entrar en el puerto sin pasar por el control de policía. Una vez que me di cuenta de eso, era evidente que lo tenían que haber llevado en un barco. Un helicóptero habría llamado mucho la atención.
Se sintió herido en su orgullo al ver que trataba su gran idea tan a la ligera.
– No correremos esos riesgos con usted, Vic. La dejaremos a un par de millas de la costa con un buen peso que la mantenga en el fondo.
Siempre he temido a la muerte por ahogamiento más que a ninguna otra: el agua oscura chupándome hacia dentro. Me temblaban ligeramente las manos. Las apreté contra mis costados para que Grafalk no las viera temblar.
– Fue la destrucción del Lucelia lo que no pude entender al principio. Sabía que estaba usted enfadado con Bledsoe por haberle abandonado, pero no me daba cuenta de lo mucho que le odiaba. Además, los contratos de embarque de la Eudora que vi me confundieron. Había muchas órdenes de embarco que la Pole Star había cedido a la Grafalk Steamship. Durante un tiempo pensé que estaban de acuerdo, pero la explosión del Lucelia no significaba ninguna ventaja financiera para Bledsoe. Más bien al contrario. Entonces él me dijo, el lunes, que le había presionado usted cuando buscaba financiación para el Lucelia. Sabía que nunca conseguiría el dinero si se corría la voz de que había estado en prisión por estafa. Así que prometió usted no hablar si le daba algunos de sus contratos. Aquello explicaba también lo del agua en sus bodegas. Una vez que el Lucelia estuvo financiado, ya podía decírselo al mundo entero sin que a nadie le importara. Empezó a ofrecer condiciones más ventajosas, considerablemente, que usted, y usted mandó a Mattingly a sobornar a uno de sus marineros para que inundara sus bodegas. Así que perdió la carga, y de un modo bastante caro.
Grafalk ya no estaba tan relajado. Alzó las piernas y las cruzó.
– ¿Cómo sabe eso? -preguntó ásperamente.
– Boom Boom vio allí a Mattingly. Escribió a Pierre Bouchard que había visto a Mattingly en extrañas circunstancias. Pensé que habría sido aquí, en el Brynulf, pero Paige me contó que Mattingly no era de la partida. El único lugar extraño aparte de éste donde mi primo podía haber visto a Mattingly era en el puerto. Esto preocupó lo bastante a Boom Boom como para decirle a Bouchard que siguiera a Mattingly, y no lo hubiera hecho por algo trivial… Pero lo que en realidad quiero saber, Niels, es cuánto tiempo hace que la Grafalk Steamship está perdiendo dinero.
Se levantó con un movimiento repentino e hizo caer su copa de coñac.
– ¿Quién le ha dicho eso?
– Niels, es usted como un elefante furioso. Está dejando un rastro de árboles destrozados a su paso y cree usted que nadie los ve. No hacía falta que me dijera que la Grafalk Steamship es la única cosa que de verdad le importa. Me pareció obvio el día que le conocí.
Después, su furia con Bledsoe por haberle dejado era totalmente irracional. La gente deja el trabajo todos los días para buscar otro o para instalarse por su cuenta. Comprendo que se sintiese usted herido si fue el que le dio a Bledsoe su oportunidad. ¡Pero, por Dios! Se comportó usted como el rey Ricardo cuando uno de sus barones rompe el juramento de fidelidad. Bledsoe no trabajaba para Grafalk Steamship. Trabajaba para usted. Fue una ofensa personal cuando le dejó.
Grafalk volvió a sentarse. Recogió su vaso y se sirvió más Armagnac; le temblaba la mano.
– Es usted un hombre bastante listo, y no necesita dinero. No personalmente. No había razón alguna para que se mezclase en los asuntos de Clayton para su lucro personal. Pero su compañía necesitaba ayuda.
El primer día que estuve en el puerto oí a su nuevo expedidor intentando conseguir órdenes. No podía bajar las ofertas lo bastante. Trabaja usted con esa flota tan anticuada… Cuando el Leif Ericsson se estrelló contra el muelle, Martin Bledsoe preguntó si así era como pensaba usted deshacerse de sus viejos barcos. Fue cuando usted le aguijoneó con lo de su pasado en prisión. Él reaccionó violentamente y la atención de la gente se dispersó. Pero usted necesitaba deshacerse de sus viejos barcos. Martin no había podido convencerle de que fabricase barcos de mil pies y usted estaba atrapado con aquellos viejos barcos poco rentables.