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– Deja esa mierda en paz. -Dio dos zancadas hacia él y se detuvo. Ya lo había visto desactivar dispositivos mucho más destructivos que una puerta explosiva.
– Aquí. -El le habló calmo a Feeney mientras trabajaba con relucientes herramientas plateadas. -Puedes verlo?
– Sip, lo veo. No es mi campo, pero he visto algunos trabajos caseros en mis tiempos.
– Aficionado, pero efectivo. Lo hubiera hecho mejor de tener más tiempo, agregando un par de secundarios, o un seguro falso al final. Esto es poner una zancadilla cuando la puerta se abriera. Muy elemental. Ella tiene un desvío, por supuesto, no se hubiera arriesgado a arruinar su manicura si sus dedos salían volando.
Susn manos estaban firmes como rocas. Se detuvo sólo una vez, para sacudir su cabello fuera de su cara. Cuando lo hizo, Eve vió el frío brillo de concentración en él.
– No es particularmente poderoso. No hubiera matado a nadie que estuviera a cinco o seis pies atrás. Eso es todo. -Guardó sus herramientas, levantándose.
Eve no le preguntó si estaba seguro. El siempre estaba seguro. Ella dio la señal de todo despejado al equipo, y luego se consintió a si misma dejando su código en el bolsillo. Y pateó la puerta.
Barrió desde la puerta con su arma, y luego le hizo gestos a Feeney de ocuparse del baño adjunto.
Había un par de sillas raídas, un escritorio abollado. Y un perfume en el aire que era femenino y caro. Ella había dejado un centro de comunicaciones y un pequeño y exótico arreglo floral fresco.
Eve fue hacia la ventana, miró afuera, a través de la calle, y dentro de su propia oficina. -Habrá necesitado equipos. Puedes ver bastante desde aquí a ojo desnudo. A un buen equipo no lo iba a dejar atrás. Empiecen a golpear puertas, -ordenó sin volverse. -Hablen con los otros inquilinos, vean quien la conocía. Encuentren al administrador del edificio, y triáganlo aquí. Todos los discos de seguridad del edificio. Feeney, revisa el enlace y el centro de datos.
– Señor. -Peabody se aclaró la garganta. -Esto estaba en las flores.
Le alcanzó a Eve un pequeño envoltorio marcado “eve dallas”. Dentro había una tarjeta escrita a mano y un disco de datos. La tarjeta rezaba:
Con mis mejores deseos por tu rápida recuperación. Julia
– Puta. -gruñó Eve, dando vueltas al disco en su mano. -Feeney, dispersa a los hombres. No la vamos a encontrar hoy. Peabody, llama a los barredores.
Giró el disco en su mano otra vez, y luego lo metió en la unidad del escritorio. -Correr datos. -ordenó.
El rostro de Julia
– Buenos días, teniente. -Hablaba con el perezoso y un tanto arrastrado acento de Texas que Eve recordaba. -Estoy asumiendo que este saludo es correcto. Dudo que hayas logrado dejar atrás esta pasada noche, pero tengo tanta confianza en tus habilidades que estoy segura de que vas a estar jugando después de esta tarde. Sintiéndote mejor, espero. Y si estás viendo esto, has detectado y desactivado mi pequeño regalo de bienvenida. En verdad era sólo una diversión.
Inclinó su cabeza y continuó sonriendo. Pero eran sus ojos lo que Eve estudiaba. Ojos que eran como hielo sobre un profundo y vacío agujero.
– Tengo que decirte que agradable es verte otra vez. He pensado mucho sobre ti durante mi… rehabilitación. Estaba tan orgullosa cuando me enteré de tu promoción a teniente. Y la de Feeney a capitán, por supuesto. Pero nunca sentí totalmente la misma conexión con él como lo hice contigo. Hay algo aquí, no?
Se echó hacia atrás, con determinación en el rostro. -Algo profundo y extraño entre nosotras. Un verdadero lazo. Un reconocimiento. Si tú crees en la reencarnación, tal vez fuimos hermanas en otra vida. O amantes. Piensas sobre esas coasa? Probablemente no -dijo con un gesto de la mano. -Tú eres más una mujer de mente práctica. Es atractivo, en cierta forma. Tu nuevo esposo pudo encontrar esa parte de tu atractivo? Oh, mis tardíos mejores deseos en cuanto a eso. Ya hace casi un año, no? Desde el feliz evento. Bueno… el tiempo pasa.
– Pasa lentamente en una celda. -El acento se endureció como el polvo de una pradera bajo el cielo ardiente. -Me debes todos estos años, Eve. Tu comprendes sobre devoluciones. Nunca entendiste realmente lo que yo hice, porque lo hice, nunca lo respetaste. Pero entiendes sobre devoluciones.
– Si. -dijo Eve en voz alta, fortando incoscientemente sus dedos sobre su mejilla lastimada. -Malditamente cierto.
– Te estuve observando, sentada en tu oficina trabajando duro, parada en la ventana viendo hacia afuera como si el peso y las preocupaciones de la ciudad entera estuviera en tus hombros. Paseando en ese pequeño y horrible espacio tuyo. Creo que un teniente debería permitirse un área de trabajo mejor. Tomas demasiado café, de paso.
– Tenía un equipo apuntando hacia ahí. Ahora lo sabes. Pensé que era mejor no dejarlo atrás. Mi propia vena práctica. Tengo muchas horas tuyas en disco. Vistes mejor en estos días. Descuidado aún, pero con un estilo del que carecías. La influencia de Roarke, seguro. Es bueno que sea rico, no? Mucho mejor que… no serlo. Eso te ha corrompido, imagino, en alguna secreta parte de ti? Vamos, dulce Eve. -Ella rió suavemente. -Puedes decirmelo. Después de todo, quien comprendería mejor?
Estás hablando demasiado, pensó Eve, bien solitaria, no, Julia
– Seguro que él es excelente en la cama, si te importan esas cosas. -Se echó hacia atrás, haciendo un movimiento que hizo que Eve la imaginara cruzando las piernas.
Poniéndose cómoda. Una charla de amigas.
– Siempre sentí que follar estaba sobrevalorado y era tan degradante para ambas partes. Lo que es, realmente, que una mujer se permita a sí misma ser saqueada, penetrada. Invadida. Y que un hombre se hunda de esa forma como si su vida dependiera de ello. Y como sabemos, con los hombres que yo follé, sus vidas dependieron de eso. Por un corto tiempo, de todas formas. Matar es mucho más excitante que el sexo. Tú has matado, así que lo sabes. En el fondo lo sabes. Deseo que tengamos el tiempo y la oportunidad de hablar, realmente hablar, pero no creo que eso vaya a suceder. Tú quieres pararme, ponerme en una celda. Recuerdas lo que me dijiste? Recuerdas lo que dijiste? Me hubieras dejado ahí si hubiera sido por ti. Dejarme pasar el resto de mi vida enjaulada como un animal. Luego me diste la espalda como si yo fuera nada. Tú no dejaste tu camino, no? Pero yo hice el mío. Siempre hago el mío. Mejor que recuerdes eso. Mejor que respetes eso.
Su voz se había elevado, su aliento se había acelerado. Tomó un largo trago de aire, pasó la mano por su cabello como si se recompusiera. -Pensé en ti cuando maté a Pettibone y Mouton. Estuve pensando en ti por un muy, muy largo tiempo. Como te hace sentir esto, saber que ellos murieron por ti? Eso te molesta, Eve? Te hace enojar?
Julia
– Sí, lo harás. -replicó Eve cuando la pantalla se puso blanca. -Peabody, consígueme ese hotel por enlace. Quiero asegurarme.
La suite había sido reservada a nombre de Juliet Darcy, quien se había registrado la noche anterior, pagando la habitación por dos noches con efectivo.
– La víctima es Spencer Campbell, de Campell Consultores de Inversiones. El jefe. -En la sala de conferencia de la Central, Eve puso la imagen de él en pantalla. -Edad sesenta y uno, divorciado, actualmente separado de su segunda esposa. Tenía un encuentro programado para una consulta personal con Juliet Darcy en su suite del hotel. Desayuno de trabajo, a las ocho hora de Denver. Alrededor del mismo momento, yo estaba pateando la puerta aquí en New York. Está jodidamente engreída en estos días. Campbel llevaba muerto menos de treinta minutos cuando seguridad lo encontró. Julia
– Hizo todo el camino hacia Denver para liquidar a este tipo. -Feeney hurgó con una mano en su fibroso cabello. -Cual es el punto?
– Para probar que puede. El no era nadie para ella. Sólo un peón fácilmente sacrificable para demostrarme que puede ensartarlos, cuando y donde quiera, mientras yo doy vueltas tratando de encontrarla. Rompe las pautas otra vez, porque quiere demostrarme que es impredecible.
Y, pensó Eve, no quiere dejarme olfatear que está buscando a Roarke. Por víctimas había elegido lo que ella llamaba estùpidos viejos. Matarlos como señuelos para disfrazar su objetivo final.
Ellos murieron por ti.
Eve bloqueó la voz en su mente, y la culpa. Mayormente la culpa.
– Tenía objetivos potenciales seleccionados antes de caer, y tal vez haya continuado seleccionando e investigando desde adentro.
– Hizo algo de vigilancia electrónica e investigación en Pettibone y Mouton desde las unidades de prisión. -confirmó Feeney. -Sacamos unos pedazos de información de ellas. Nada de este tipo o algún otro hasta ese punto. Nada de negocios financieros personales, patrimonio real, solicitudes de viajes.
– Usó una unidad personal para eso. -El supervisor Miller, pensó ella con disgusto, tendría mucho que responder antes de que ella terminara con él. -Hizo la mayoría del trabajo en las máquinas de la oficina por anticipado, pero se aseguró de tener una personal para los datos que no podía arriesgarse a que se los siguieran.
Ella paseó alrededor de la oficina. -Tiene pasta, y mucha. Mi experto personal en pasta dice que es muy probable que la repartiera en varias cuentas numeradas en varias ubicaciones distintas. No tenemos forma de seguir el dinero. Loopy declaró que Julia