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—Sí, ser —dijo Justin después de un momento, porque tenía que decir algo. Lo más peligroso del mundo era empezar aconfiar en Ya

—Vamos. Tranquilo. Vete. Vete de aquí.

—Sí, ser. —Se levantó de la silla y salió por la puerta junto a Marge sin dirigirle una sola mirada y avanzó por el pasillo en una especie de terror obnubilado mientras pensaba que Seguridad estaba metida en aquello, que en la forma en que generalmente le hacían bajar la guardia y después la pegaban con más fuerza tal vez descubriría que algo le había pasado a Grant, era lo más inmediato en que podía pensar, y lo peor.

Pero Grant estaba donde lo había dejado. Grant lo esperaba en la puerta, preocupado.

—Ya

Sí no cumplían el horario de trabajo, si se salían de lo establecido, tal vez lo utilizarían para someterlos a otra sesión con Giraud. Nada era seguro. Cualquier cosa podía ser invadida. Era el tipo de terror que dejaba un psicotest profundo. Debería estar tomando trank. Pero no lo quería, no, no.

Le contó a Grant la conversación que había tenido con Ya

—Ya era hora. Ya era hora de que entraran en razón.

—¿Te crees todo eso? —preguntó Justin a Grant. Desesperadamente, porque siempre había creído en la capacidad de Grant para distinguir lo verdadero de lo falso. Tenía miedo de que al final Grant le fallara y le dijera sí, créeles, confía en ellos. Era lo que parecía, desde el punto de vista cuerdo que todavía le quedaba.

—No —dijo Grant, levantando las cejas un poquito—. No más que ayer. Pero creo que Ya

—Mierda, Grant... —Justin estaba al borde de las lágrimas, completamente aterrorizado—. Todo esto se me está escapando de las manos. Estoy muy, muy abierto, incluso totalmente abierto. No me confundas.

—Voy a decirte una cosa y terminaré rápido. Si esta idea les llega de Ya

—¡No!





—Tranquilo, de acuerdo, de acuerdo.

—Mierda, ¡no me trates como a un bebé!

—Ah, sí que estamos irritados. Tómate el café. Estás bien, muy bien, pero contrólate un poco, ¿quieres? Ya

Se rió, se secó los ojos furtivamente y tomó un sorbo de café medio frío.

—Dios, no sé si podré soportarlo.

—Tranquilo, tranquilo. Poco a poco. Terminaremos temprano hoy y nos iremos a casa. ¿De acuerdo?

—Quiero que estemos cerca de testigos.

—En la oficina, entonces.

—En la oficina. —Justin respiró y consiguió devolver el pulso al ritmo normal.

Y compró un póster holo en la tienda de la esquina, mientras volvían, para la pared de la oficina que estaba sobre su escritorio.

Grant levantó la ceja, lo miró mientras él hacía que le controlaran la tarjeta de crédito.

Era un avión volando sobre las tierras vírgenes. Decía: VUELE EN LÍNEAS AÉREAS RESEUNE.


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