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Maribel Pedrera

Rompe tu techo de cristal

Capítulo 1. ¿Qué es el techo de cristal para la sociedad?

Explicar que es el techo de cristal, es explicar que es la brecha de género o equidad de género.

Por brecha de género definimos una forma de representar las diferencias existentes entre hombres y mujeres, respecto a poseer iguales recursos, derechos, oportunidades, en diferentes ámbitos de su vida y sociedad. La brecha de género se manifiesta más claramente en el aspecto profesional.

Esta brecha se representa a nivel estadístico y en forma de porcentajes, para cuantificar y poder calcular las diferencias existentes.

Existen muchas brechas en torno al salario percibido entre hombres y mujeres. Es derecho a un salario, es reconocido internacionalmente por la Organización Internacional del Trabajo (desde el año 1919), como uno de los principales derechos de la persona.

Se denomina brecha salarial de género, a la diferencia entre el salario medio percibido por hombres y mujeres a la hora de desarrollar su trabajo laboral. Se comparan los sueldos que desempeñan un trabajo de igual valor, en las mismas condiciones laborales y en el mismo sector de actividad.

Esta brecha se refiere, a lo que una mujer gana de media menos que un hombre.

Existen diversos factores que inciden en esta brecha laboral, como la existencia de una menor ocupación en mujeres que trabajen en puestos directivos, siendo sus empleos de más baja cualificación.

El trabajo a tiempo parcial es el trabajo más frecuente entre las mujeres, pues sólo existe un 20% de mujeres en direcciones funcionales y en la alta dirección apenas un 10%.

Cabe decir que ello supone un problema, al desaprovechar una gran parte del talento disponible, puesto que un sinónimo de que un país crece, es cuando más población de género femenino se incorpore al trabajo. Está comprobado que incorporar a las mujeres en puestos ejecutivos aumenta el beneficio de una empresa en un 6% (El Economista.es).

La dificultad de las mujeres al acceso de puestos de alta dirección, se debe entre otros factores, a la dificultad de conciliar la vida laboral y familiar, puesto que la principal carga sobre la familia recae en las mujeres.

Es triste que la maternidad, suponga una situación crítica para el desarrollo profesional, junto a que las mujeres plantean menos exigencias, suelen ser más conciliadoras y hacen valer menos sus derechos.

Ofreciendo datos estadísticos, según el banco mundial (3), para un intervalo de estudio desde el año 1990 al 2019, en

este período la tasa de población mundial activa de mujeres mayores de 15 años ha disminuido considerablemente. Se observa que cada vez trabajan menos mujeres, pues la principal razón es que les cuesta más conciliar vida familiar y laboral.

¿No os parecen extraños todos estos datos? ¿En una sociedad cada vez más avanzada, dónde tenemos más acceso a la formación y el estudio, más oportunidades de aprendizaje, dónde se debería haber empoderado más a las mujeres?

¿Dónde están todos esos años cubiertos?

¿Dónde están vuestras compañeras?

¿Dónde te encuentras tú en la actualidad?

¿Qué oportunidades reales has tenido?





Una de las reflexiones que podemos hacer, es que hubo un tiempo en que se solicitaban dos factores, para poder alcanzar un puesto laboral con más facilidad: la edad y el género.

A partir de ahí, nos planteábamos todas, ¿Qué ha pasado si somos válidas y competentes? ¿Por qué hemos sido invisibles para casi todas las empresas?

La respuesta al enigma está en la educación recibida. Las mujeres debían quedarse en el hogar, también en el estereotipo de no tener relaciones entre los compañeros. Actualmente grandes mujeres han sido capaces de romper ese techo de cristal, ayudando a muchas otras mujeres, no solo con su ejemplo, sino a crear espacios de trabajo para que otras compañeras puedan tener contactos, crear sinergias profesionales y personales en todos los ámbitos de su vida.

Continuando con más datos, ofrecidos a finales de marzo 2020, por el programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (p.n.u.d.) (7), los resultados mostraron que a pesar de los avances que las mujeres y niñas han logrado desde el año 1990, aún no se ha conseguido la equidad de género.

La desigualdad de género sigue siendo una barrera crítica para el desarrollo humano, porque representa una fuente importante de desigualdad que pone en desventaja a las mujeres y niñas de todo el mundo, impactando negativamente en el desarrollo de sus capacidades y su libertad de elección.

El p.n.u.d . emplea el índice Gil (uno de los principales índices) para medir la desigualdad de género, en tres aspectos importantes para el desarrollo humano:

Empoderamiento, medido por la proporción de bancas en el parlamento/congreso ocupados por mujeres, por la proporción de mujeres y adultos mayores de 25 años con educación secundaria completa.

Salud reproductiva, medida por la mortalidad materna y la tasa de nacimientos de bebes en madres adolescentes.

Estado económico, expresado como participación en el mercado laboral, medido por la tasa de participación en la fuerza laboral de las poblaciones de hombres y mujeres de 15 años o más.

En primer lugar, uno de los datos más preocupantes fue que, a nivel mundial, el 44% de los logros combinados en el desarrollo humano se reducen debido a la desigualdad de género.

En segundo lugar, si bien las brechas de género en los primeros años de formación se están cerrando, prevalecen las brechas durante la edad adulta. Es decir, a mayor edad en las mujeres, más brecha de género se produce.

En tercer lugar, se observa que, en todas las regiones mundiales, las tasas de desempleo son más altas entre las mujeres que entre los hombres; siendo la tasa de participación laboral de las mujeres más baja.

Asimismo, la participación de las mujeres en cuanto a las bancas en el parlamento/congreso a nivel mundial, en promedio, es del 24%.

Del estudio, se obtuvo la conclusión de que Europa y Asia Central tienen la menor desigualdad entre hombres y mujeres, mientras que África subsahariana tiene la mayor desigualdad. América Latina y el Caribe quedan posicionados en el medio.

Existen diferentes brechas de equidad de género, pero se suelen agrupar en cuatro tipos: economía, salud, educación y política.

Economía.

Se mide en el ámbito laboral, las diferencias existentes entre hombres y mujeres para acceder al mercado laboral, el acceso a puestos de dirección, la presencia de mujeres en sectores emergentes; visto desde la diferente perspectiva del status económico y los elementos que lo componen.

Con estas mediciones, se puede obtener los trabajos donde el hombre cobra más que la mujer y las mujeres existentes en altos cargos.

Por citaros un ejemplo, en España según el V Informe sobre brecha salarial y techo de cristal realizado por Gestha (sindicato de técnicos del ministerio de hacienda) pone de manifiesto la existencia de una brecha salarial, que habría aumentado en 33 euros durante el año 2019, de manera que, con carácter general, las mujeres cobran de media 4.948 euros menos que los hombres.

Ese mismo informe recoge que, si bien, la brecha aumentó en 2019 la mitad que el año anterior, de seguir esta tendencia, serían necesarios 121 años para acabar con la desigualdad salarial. Sería necesario, según Hacienda, que las mujeres cobrarán un 27,6% más para igualar el salario de los hombres.